miércoles, 6 de enero de 2010

*

El papá tomó a su niño en brazos. Le dio en sus pequeñas manos una caja llena de una serie de componentes nitrogenados. Una sonrisa se formó en los labios de ambos. El padre metió su mano en el bolsillo, sacó un encendedor violeta con la figura de Cristo crucificado. Lo agitó porque tenía poco gas.
Miró a su hijo que chupaba la caja y le dijo:
-No, no hijito... eso no se chupa.
El niño respondió, inteligente:
-Gagá-  Forzando otra sonrisa en el padre.
 El hombre puso a su hijo en suelo con cuidado para que el paquete no se golpeara.
-Hay que manipularlo con cuidado, hijo. No sea cosa que se nos frustre la fiesta.
El niño volvió a responder sagaz:
-Gu...á
El padre miró el reloj que tenía un dibujo de la virgen del Luján. Vio que las agujas se alineaban mirando al cielo, se santiguó, colocó la mecha en la caja, acarició a su hijo, batió nuevamente el encendedor, encendió la mecha y corrió.
En la oscura noche solo se veía un punto colorado de la mecha encendida, no se advertían ni las manitos ni los piesitos del niño. El padre temió que el chico le aguara la fiesta, pero tres minutos después vio las luces y fogonazos característicos de la explosión. Había llegado el año nuevo. Toda la familia rodeó el cráter que había dejado la detonación y esperaron que la lluvia de vísceras los bendijera.

1 comentario:

gustavo dijo...

Férguson tu relato simplemente genial.Además pensé que era la noche de reyes ja ja ja. Asi es eugenesia explosiva. Año nuevo vida nueva. Abrazo